Un amigo sacerdote me contó algo que nunca se debería hacer, dedicó la predicación del domingo pensando en una persona en concreto. Al terminar la Misa se le acercó el sujeto que debía darse por aludido y le dijo: ?Lástima que no haya venido mi mujer, le hubiera venido muy bien su predicación?.
«Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, no te desanimes por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos».
Soportáis la prueba para vuestra corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?
Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella.
Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura.
Estas eran las palabras de la segunda lectura del domingo, que parece nos preparaban para estos tres días de los ¡Ay! del Señor.
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad!
Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello!
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera».
Podemos mirar para otro lado: ?Esto se refiere a los curas, al Obispo, tal vez al Papa, a los escribas y fariseos, a Netanyahu o al sursum corda, pero no va conmigo?. ¡No, hombre, no! ¡Déjate reprender por Dios! ¡Déjate querer por Dios! A ver si la causa de tu desánimo y de tu tristeza es que estás apuntado a ayudar económicamente a cuarenta ONG´S y en casa eres un ogro. A ver si eres exigente con todo el mundo, pero contigo siempre encuentras una excusa. A ver si no quieres mirar dentro de ti, porque huele muy mal, pero te perfumas mucho para que los demás piensen bien de ti. No vamos a meternos más en casuísticas, pero atrévete a hacer examen de conciencia, a meterte dentro de ti y pensar: Si Cristo entrase en mi alma hora ¿Qué encontraría? Y decídete a poner orden con la ayuda de la Gracia y del Espíritu Santo. No vale para nada mirar para otro lado.
Entra en tu alma de la mano de María, ella tiene mirada de Madre y conoce muy bien a su Hijo. No vacilará en poner orden en la vida más desarreglada. Vale la pena